NUEVO RELATO: El Sueño

1

Amaneció cuando Tula abrió los ojos todavía adormecida intentando recordar sus sueños. Sonría y los ojos brillaban. Era un día gris y lluvioso no se oían ruidos de los carros en las calles y no había mucha gente en la avenida de América, sólo dos ancianos llenaban la pequeña plaza del Reloj.
La imagen de la niña afloraba en su cabeza. Llevaba un vestido blanco de encaje y unas sandalias de color rojo, estaba sola en el jardín alrededor de una fuente de mármol. Se escuchaban ruidos fuertes y detonaciones en el palacio, era el día del ritual y todo la familia estaba reunida para ofrecer objetos sacros y prendas al dios Quetzalcóatl. Después de tres horas, empezó el juego de la pelota.
Los jugadores estaban listos cuando un golpe interrumpió el partido y todos se pusieron a gritar.

Cuando oyó llamar a la puerta, Tula volvió en si. Era su tía, Metzin, una mujer de 50 años que le invitó a salir. Empezaron a pasear por la avenida principal, y después de cinco minutos de silencio, Metzin le preguntó:
“¿Qué te ha pasado? Esta mañana te veo muy afligida y tus ojos son llorosos”.
“Nada tía, es que anoche tuve una pesadilla y no dormí casi nada”.
“Cuéntame, hija mía”.
Metzin era como una madre para Tula. Era muy tierna y generosa, estaba dispuesta a todo para ayudar a su familia, sobre todo en las dificultades. Todos admiraban su hermosura y su poder mágico de predecir las infaustas guerras del país.
Tula le contó el sueño y luego temblando le confesó:
Esta vida no me satisface más. Estoy pensando en irme de aquí.
“¿Irte? ¿Por qué deberías, hija mía?”
“Quiero irme al Norte, tía, no puedo vivir más aquí. La guerra y las contiendas ha ruinado este país. Voy a buscar un trabajo y empezar otra vida”.
Después de una hora, volvieron a casa. Tula entró en su habitación, se puso la bata, cogió un papel y empezó a escribir:
“Querido Lunar:
espero que vuelvas pronto, quiero hablarte. No ha sido fácil tomar la decisión de irme pero en este momento es la mejor solución para salvar mi vida. Los peligros y las dificultades crecen cada día en esta ciudad, quiero irme a Estados Unidos, viajar y encontrar algo mejor para mi vida. Tía Metzin se cuidará de ti, pensará en todo lo necesario para que tu estés bien.
Te deseo toda la felicidad y el amor del mundo.
Un abrazo.
Tula”.

Dejó el lápiz, cerró el sobre y suspiró. Nada como aquel instante le hizo emocionar tanto.
Todo cambió desde aquel día. La idea de visitar otro lugar, conocer a nueva gente, vivir en otra ciudad le inquietaba pero al mismo tiempo le daba mucha fuerza y coraje, como nunca había tenido.